Investigación: Norma Alcamán

Pablo Neruda, socio número 80 de la Sociedad de Bibliófilos Chilenos, en la cual participó desde sus inicios, fue un bibliófilo en todo el sentido de la palabra. En su biblioteca personal, había más de 11.500 libros, además de cartas, manuscritos de gran valor histórico y cultural, que actualmente se conservan tanto en la Fundación Pablo Neruda, como en la Universidad de Chile, su Alma Mater, donde estudió Pedagogía en Francés y a la cual donó parte de sus colecciones en 1954.

Desde muy joven, fue un ávido lector y buscador de obras literarias antiguas, únicas, raras y valiosas, pasión que se vio facilitada debido a sus numerosos viajes y estadías en diferentes países.

De literatura chilena, poseía un ejemplar de La Araucana, de 1632 (la primera edición, es de 1569). Como sabemos, Neruda además sentía especial predilección por Francia e Italia. Con respecto a obras italianas, tenía una copia de Orlando Furioso, de Ludovico Ariosto, de 1561 (la 1° edición es de 1532) y un ejemplar de La Divina Comedia de Dante Alighieri, del año 1529. Así también, una edición de Triunfos de Petrarca, edición de 1484 (1° ed. original: entre 1351 y 1374. Editio prínceps: Venecia, Vindelino da Spira, 1470). De obras francesas, poseía la Enciclopedia de Diderot y D’Alembert, de 1751. También era propietario de las pruebas de imprenta de Los trabajadores del mar (1866), de Víctor Hugo, con correcciones en los bordes, escritas de puño y letra por su autor.

En referencia a España, país que también era uno de sus predilectos, poseía una edición del Quijote de la Mancha, de 1617. Además, de literatura norteamericana, era dueño de las Obras Completas de Edgar Allan Poe, publicadas en New York, en 1895.

Poco a poco, Neruda formó su amada biblioteca con especial cuidado y dedicación. Era exquisito en los detalles de edición, papel, costuras. Le gustaban los tirajes cortos, como Los Versos del Capitán, con solo 44 ejemplares, porque concebía sus libros en términos de colección. Así también, varios de sus libros unen literatura y pintura, al presentar poemas con obras de Mario Toral de Chile, Guayasamín de Ecuador y Picasso de España. En definitiva, como todo bibliófilo refinado, atesoraba los libros tanto por el valor de las ideas transmitidas, como por la forma. En este sentido, consideraba al libro como un objeto de arte en sí mismo.

Pablo Neruda (1904-1973), Socio N°80 de la Sociedad de Bibliófilos Chilenos, poseía un gusto exquisito por sus libros y poseía ediciones de gran valor bibliófilo.
Cada vez que viajaba a Francia, solía visitar los bouquinistes, junto al río Sena, en París.
Pablo Picasso y Pablo Neruda.